jueves, abril 24, 2008

Adiós Fyero

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No se a quién dirigirme en esta despedida, no te conozco. Mi Fyero nunca se hubiese asumido inferior a nadie. Ni superior. Siempre iguales, siempre juntos, siempre adelante; ese fue tu estandarte.
Mi Fyero sabría que la superioridad del ser está en su capacidad de amar y que él me enseñó a ser grande; mi Fyero corría carreras que yo no podía, creía con firmeza en todo lo que decía.
El Fyero que tuvo un día el valor de descubrirme detrás de mi propia vda, no es quien hoy me desconoce. Ese Fyero se supo fuerte, creció cada día ante mis ojos y sembró respeto y coraje para luchar por las cosas que valen.
Mi Fyero sabe de mis luchas y las lucha a mi lado, mi Fyero jamás hubiera utilizado mis armas para darme la espalda.
Adiós Fyero, me despido hoy que me doy cuenta de que te fuiste hace mucho tiempo. Adiós amor, amor valiente, amor sereno. Adiós niño fuerte...te amé tanto!! Qué lástima que tu orgullo te hubiera impedido aceptarlo.
Adiós Fyero, yo no necesito empleados, no soy el amo ni el esclavo. Si así lo creíste, es que soy solo el reflejo de tu peor pecado.

viernes, abril 18, 2008

Desde el campo de batalla

Mi Fyero se puso su traje de guerra.
Lo curioso es que casi cualquier hombre a quien le preguntes sobre el comportamiento extraño de una mujer, probablemente te referira un episodio psicótico originado por un desajuste hormonal periódico comunmente llamado "está en sus días". Pero ¿que pasa con los días de los hombres? Esos en que tus bromas tiernas les parecen reclamos, en que una confirmación de agenda es una invasión grave a su espacio, en que la sola mención de un "por qué no...algo?" es razón suficiente para iniciar la tercera guerra mundial. En esos días, los hombres regresan a su adolesencia, es decir, se sienten incomprendidos, juzgados y limitados en el logro de sus ideales. Pero tengo una pregunta mejor ¿Cuanto duran? ¿Cada cuándo se presentan? Por lo menos nosotras tenemos la facilidad de calendarizar nuestro estado de ánimo.... y a pesar de que trato de tomarlo con la ligereza debida, con el humor necesario, no deja de asustarme no tener un horizonte en el cual distinguir un episodio temporal de la hora de mandarlo definitivamente al manicomio. Y dicen que yo soy la complicada.