miércoles, octubre 27, 2010

Pongamos que hablo de Madrid...

Pongamos que hablo de Madrid, y que paseamos por el Retiro mientras cuido que no saltes a la fuente; que corres delante de mí y volteas a sonreírme con tus ojos verdes, tu abrigo rojo y tu pantalon de mezclilla azul; que cuando te detienes para esperarme corro y te abrazo fuerte y se me quita el frío.

Pongamos que hablo de Madrid y que tomas chocolate en San Ginés y te limpio el bigote café; que observas a la gente que entra y sale, que tenemos conversaciones relevantes en tu idioma sobre cualquier cosa, que cuando te ajusto el gorro aprovecho para besarte en la frente con mis labios fríos y que tomas mi mano para salir a la calle y volver caminando a casa.

Pongamos que hablo de Madrid y que observas como el atardecer te refleja como al Templo de Debod en el agua, que escuchas una voz que te llama; buscas entre la gente a unos ojos iguales a los tuyos y corres lo más rápido que puedes para encontrarlos. Los brazos de tu padre te levantan y tú le tocas la nariz a manera de saludo. Dos pares de ojos verdes voltean a mirarme y no puedo más que agradecer en silencio a Dios por estar viva.

Pongamos que hablo de Madrid, pero podría ser cualquier otro lugar. Yo sueño contigo, sueño con mi hogar que será donde estés tú, donde esté tu papá.



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miércoles, octubre 20, 2010

Al lugar al que fueres...

Ya he hablado antes sobre mi amor por los viajes. Sin embargo, no tengo una gran colección de fotografías. De hecho, hasta hace poco, ni siquiera me ocupaba de salir en ellas, hay lugares que he visitado y no tengo ni una fotografía en la que salga yo.

Los viajes no son para mí una colección de recuerdos, ni un triunfo, ni un pretexto para presumir. La razón por la que amo viajar es porque es una de las mejores maneras de aprender, de crecer. Cualquier ciudad, al caminarla, al olerla, al observarla, te deja enseñanzas que ninguna universidad podrá. Creo firmemente que si un viaje -al igual que el amor- no te hace ser mejor persona, no sirve de nada, no tuvo razón de ser.

Hay lugares que son hermosos que no han sido aprovechados por sus habitantes, también hay gente que engrandece el lugar donde vive, ejemplos de lo que te gustaría para tu país y todo lo contrario. En cada lugar, en sus atardeceres, en la sonrisa de su gente y en la basura de sus calles, puedes leer libros enteros si aprendes a encontrarlos.

El año pasado estuve en Suiza, también en un curso. Mis compañeros eran todos europeos, yo era la única latinoamericana. Tal vez fuera la extrañancia, el frío o el tener que hablar en inglés todo el tiempo, pero me sentí un poco fuera de lugar. No era tan fácil hacer bromas sin hablar tu idioma con personas que tampoco estaban hablando el suyo y, aunque me adapté muy bien a la típica frialdad de los europeos, no me sentí parte de un grupo en ningún momento. Sin embargo, regresé maravillada por el orden, la limpieza, la muestra de que, si se tiene la voluntad, se puede hacer que todo funcione 'como reloj'.

Hoy estoy en Madrid. Los españoles -con sus honrosas excepciones- nunca han sido mis personas favoritas, pero no son ellos, ni España, quien me enseñó esta vez una gran lección con un mal ejemplo.

A diferencia del año pasado, esta vez estudio con puros latinoamericanos. Y es triste y decepcionante tener que decir que cuando voy con ellos de regreso al hotel en el autobús he preferido no hablar para que los demás no noten mi acento y sepan que voy con ellos. Al verlos tirar basura y escupir en la calle, no recorrerse en la fila, dejar su charola en la mesa de la cafetería esperando que alguien venga y la recoja y otras tantas monerías, desgraciadamente puedo entender por qué no somos bien recibidos en el extranjero. He visto a gente latina viviendo en España mirar con pena ajena a quienes evidentemente son sus paisanos, y lo peor de todo, es que he estado de acuerdo con esa mirada. ¿Pero saben qué es lo peor? Que nuestros pobres países, todos tan hermosos, están llenos de gente así, que piensa sólo en si misma y por la cabeza ni le pasa que exista algo que se llama 'el bien común'.

Dicen que 'al lugar al que fueres, haz lo que vieres'. Yo lo cambiaría 'del lugar al que fueres aprende lo bueno, para que hagas de tu país un lugar mejor'.

Y sí, también creo firmemente que una sola persona puede hacer la diferencia.








P.D: Oigan, si no fuera por el feedjit, pensaría que por acá ya no se paran ni las moscas. ¡Comenten carajo! que de por sí son poquitos y luego flojos, ¿a dónde iremos a parar?

P.D.Bis. Sí, ando grinch prematura. Es la 'extrañancia'.



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