sábado, enero 15, 2011

¿Qué hago aquí?

A veces me pregunto qué hago aquí, sentada en este escritorio. Escogí mi carrera por azar y con tal de no estudiar administración, que era lo que originalmente había elegido. La verdad me da risa cuando la gente dice que la universidad son desvelos y sacrificios, porque para mí fue fácil, muy fácil. Iba a las clases necesarias y estudiaba lo mínimo, nunca busqué dieces y sin embargo los saqué a montones. Terminé titulándome por 'excelencia académica' sin entender muy bien por qué.

Puedo decir que nunca he buscado trabajo. Cuando salí de la universidad ya trabajaba y una vez terminada la carrera seguí trabajando en el mismo lugar y me doblaron el sueldo; cuando salí de ahí harta de los especímenes que creen que tienen alas y decidida a dedicarme a estudiar, otra chamba, la actual, la soñada para miles de personas, me cayó del cielo.

A los 6 meses de trabajar aquí, estaba a punto de suicidarme del aburrimiento. El trabajo monótono y burocrático estaba a punto de acabar con mis ganas de vivir, así que me propuse cumplir un año y huir. Siempre dije que no puedes ser buena en algo que no te gusta, pero mis jefes tenían otra opinión al respecto. Dos meses antes de mi aniversario, me promovían, dándome un sueldo con el que en mi vida había soñado. No me la creía, pero entre el dinero y el reto de por primera vez tener gente a mi cargo, consiguieron retenerme un rato. Tres años después, me preparaba para partir, cuando una vez más el dinero y la fama (jaja) me convencieron de tomar el puesto que ahora tengo.

Y 5 años después, a veces sigo preguntándome que hago aquí. No me aburro como una ostra como al principio pues en el puesto que tengo ahora el trabajo es mucho menos monótono, pero tampoco es que sea retador. Me gusta mi carrera pero definitivamente no me apasiona. No es, ni de lejos, lo que quiero hacer el resto de mi vida, aunque en estos momentos tenga dos razones 'de mucho peso' para ni pensar en abandonarlo. Pero al parecer todos aquí piensan que soy realmente muy buena en lo que hago, y yo no lo pienso, no porque no me crea mucho (que sí me creo, oh sí) sino porque lo que hago no me cuesta trabajo. A veces pienso que no me merezco ni tanto halago ni el sueldo que gano cuando estoy aquí sentada en mi oficina escribiendo en mi blog, porque se acabaron mis pendientes de hoy.

Pero entonces, entra a mi oficina una persona que tal vez tenga mucho mayores capacidades técnicas que yo, planteándome un problema con el que tiene 24 horas lidiando y que se vuelve urgente. Sin entender la complejidad del problema, levanto la bocina, hago un par de llamadas y en 15 minutos tengo la solución en mi bandeja de entrada. La persona solo atina a verme con los ojos bien abiertos y preguntar '¿Cómo se te ocurrió?'.

Entonces entiendo qué hago aquí.