viernes, abril 29, 2011

¿Pobrecita yoooo?

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Si alguna vez me ven caminando con el paso de tortuga con el que últimamente ando, u observan que me cuesta trabajo levantarme de mi silla, o que tengo los pies al doble de su otrora pequeñísimo tamaño, sólo les pido un favor: no piensen "¡pobrecita!", mucho menos lo digan o pongan cara de que lo están pensando. No lo soporto, pero sobre todo, no hay nada más lejos de la realidad por la que estoy pasando.

Voy a ser mamá, de dos bebés grandotes y -le pido a Dios todos los días- sanos. Claro que a mis seis meses tengo una gran panza que no me deja ni abrocharme los zapatos, claro que tengo los achaques lógicos elevados al cuadrado. Pero no soy "pobrecita". Tener un hijo es una bendición, y yo la he recibido por partida doble ¿por qué habría de sentirme, aunque sea por una milésima de segundo, triste?

Y si miro hacia adelante, los tres meses que me faltan para verlos se me hacen eternos, pero no porque me falte valor o resistencia para aguantar los calores o porque todavía falte, como alguien me dijo "lo peor de mi tormento". Se me hacen eternos porque ya quiero verlos, abrazarlos y besarlos, porque quiero contarles los dedos de pies y manos y quedarme horas y horas despierta por alimentarlos, o simplemente mirándolos.

No estoy pagando una manda, ni soy mártir de mi propio cuerpo, mucho menos de ellos. No estoy pagando ningún precio porque los milagros no lo tienen. Nadie me obligó a ser madre, no lo soy por accidente y no me arrepiento ni un sólo momento de lo que quiero. No se preocupen por mí. Disfruto cada paso, cada movimiento, cada gramo que aumento de peso, disfruto los minutos de sueño que pierdo sintiéndolos revolverse en mi panza y todos los dolores y achaques no son más que un recordatorio de la felicidad que crece en mi cuerpo.

Por favor, no piensen "¡pobrecita!" y si lo hacen, sepan que yo pienso "Pobrecitos de ellos que no saben lo que es esto".

Rodrigo y Mateo están bien; yo con eso, ya estoy en el cielo.

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miércoles, abril 06, 2011

How wonderful life is...

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"I hope you don't mind

that I put down in words

How wonderful life is

now you're in the world"





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Y me aparezco por acá con un post pretendido por meses pero que no había encontrado espacio. Últimamente nada tiene espacio, sólo ellos: Mateo y Rodrigo. Ellos ocupan mi mente con sus caritas que tanto trabajo me cuesta imaginar, ocupan cada vez más espacio en mi cuerpo, provocándome indigestión y visitas ilimitadas al tocador, ocupan mis risas cada vez que siento que se mueven, ocupan mis manos para acariciarlos a través de mi piel, ocupan mis letras y mi canto y ocupan todo mi futuro, mi sueño, mi vida y mi destino.

Son ya más de 20 semanas con ellos, cada una llena de expectativas, ilusiones y nuevos miedos. Debo aceptar que vivo feliz y aterrada al mismo tiempo, que no ha sido fácil descubrir en mí todos esos sentimientos que sólo puedes tener por un hijo y multiplicarlos por dos. Claro que hay achaques, molestias e incomodidades, pero eso es lo de menos, hoy sufro sólo si pienso que algo puede hacerlos sufrir a ellos. Hoy porto orgullosa mi panza gigantesca y mis zapatos bajos y, curiosamente, es hasta ahora que he descubierto la belleza de mi propio cuerpo, que cambia y crece cada día de manera milagrosa, aunque todo mundo se pregunté con miedo de qué tamaño estaré cuando ya vayan a nacer.

Ha sido un poco raro descubrir que el mundo no ha cambiado. Que hay gente que te resta méritos e inteligencia por el simple hecho de que vayas a ser madre, que no entiende que ese es para mí el significado del éxito y lo demás sólo son medios, que no me avergüenza descubrir tan claras mis prioridades; que hay también gente que espera con ansias que pagues en alguien más todos tus pecados en vez de alegrarse por verte feliz, y que hay personas que simplemente no pueden entender que pueda sentirme completamente extasiada con escuchar sus corazones latir.

Pero, otra vez, eso es lo de menos. He descubierto o reafirmado mil veces en estos cinco meses el amor que este par genera desde ahora y desde que se supo de su existencia. La gente feliz y ansiosa por conocerlos supera por mucho a la que no siente así. Entre cuatro abuelos y tres bisabuelos ansiosos por malcriarlos, muchos tíos dispuestos a fungir como nana de ser necesario, primas que besan dos veces mi panza para saludarlos, amigas y amigos pendientes de sus nombres, su peso y su tamaño y, por supuesto, sus padres que obviamente ya no podemos concebir la vida sin su presencia, segura estoy de que, si algo no les falta ni les faltará a Rodrigo y Mateo será amor.

Estoy viviendo un milagro, eso es razón suficiente para ser absolutamente feliz y agradecer cada segundo a Dios por la oportunidad de sentir a estos dos seres dentro de mí. Si a eso le agregas que estoy compartiendo este maravilloso regalo con el amor de mi vida y con mucha gente que me ama y me cuida, no podría ni atreverme a pedir nada más para mí. Para ellos sí. Para ellos pido el mundo, pido amor, pido todas las bendiciones que tengan a bien mandar. Desde hace veinte semanas y para siempre se tienen el uno al otro y nos tienen a nosotros y sé que tendrán todo lo que sean capaces de desear, de recibir y de corresponder (and give, and share, and recieve… jejeje), y yo no puedo esperar a verlos nacer, crecer y ser grandes, no sólo en tamaño, sino en sabiduría y amor. Confío ciegamente en que así será.

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