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No me reclamen, estuve desaparecida porque fui secuestrada por unos hermosos gemelos llamados Mateo y Rodrigo que por ahora requieren de todo mi tiempo libre.
Lo reconozco, pude haber escrito en la hora de la comida o en mis tiempos muertos en la oficina, pero sinceramente he sido muy feliz y por lo tanto muy aburrida en estos últimos meses. Oficialmente pasé a formar parte del grupo de mamás que escuchan el programa de Martha Debayle y que sólo platican de las gracias y desgracias de sus bebés pensando que a todo mundo le resultan tan maravillosas como a mí. Me convertí en una de esas mujeres a las que tanto critiqué, negándome a salir a restaurantes que no tengan disponibles dos periqueras y diciendo a aquellos que hacen de su vida un papalote: "¡pero espéééérate a que tengas hijos!".
Llevo como 6 meses leyendo a pedacitos la primera parte de 1Q84 de Murakami, que intercalo con la revista Padres e Hijos para saber si es normal que a Guogüi le de fiebre porque le están saliendo los dientes. Checo mi facebook en el baño y tuiteo después de las 10:00 p.m. que es cuando, con suerte, los bebés ya se durmieron.
Me he convertido en la primera que exige sus derechos de madre trabajadora aplicando un horario estricto de salida, ninguna junta ni trabajo es lo suficientemente relevante como para impedir que vaya corriendo a abrazar a mis "gordos" (sí, me odio, a veces les digo así). Muchas veces, como hoy, me encuentro preguntándome que tan factible sería mandar mi trabajo al diablo e irme a mi casa a corretear a Mateo todo el día, sobre todo cuando me salen con chismes de oficina que, si nunca tuvieron, ahora menos tienen la menor relevancia para mí.
Yo, compradora compulsiva que nunca creyó en esa teoría, reconozco que es verdad que ahora me entusiasma más comprar un par de sudaderitas que al ritmo que van les quedarán un mes a las galletas, que comprarme unos zapatos maravillosos; que prefiero entrar a Osh Kosh que a Massimo Dutti y que en Privalia me sirve más la campaña de Mickey Mouse que la de Fossil.
Sí, me he convertido en un cliché andando, me doy asco... ¡pero soy tan feliz!
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viernes, junio 22, 2012
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