miércoles, marzo 24, 2010

La belleza de cantina...

La semana pasada se desató el siguiente debate con la Ranita en Facebook:



Después, tres anécdotas del fin de semana me hicieron confirmar mi teoría... les platico:

Primer caso. La amiga de una prima (¡ja! pero es en serio la amiga de una prima), al ver que su novio que vivía en Toluca se notaba distante, se había puesto a dieta y empezó a ir al gimnasio, ¿por qué no? decidió abandonar su trabajo y casa en la ciudad para seguirlo sin haber sido invitada. Dos meses después, regresa embarazada y humillada después de que el tipillo en cuestión la corrió de "su casa", le dijo gorda y sirvienta y le confesó que ya estaba con alguien más. Sí, no me queda duda de que él es un imbécil pero ¿que pasa con ella? ¿dónde demonios dejó la cabeza?

Segundo caso. Una amiga fue la novia formal de un tipillo por más o menos tres años. Terminan porque ella se entera que tendrá un hijo con su ex-esposa y él se justifica diciendo que fue por inseminación artificial (¡juar! todavía me río cuando me acuerdo). Tres años después, el tipillo en cuestión vuelve a buscar a mi amiga y ella lo perdona. Nooooo, eso no es lo peor. Él establece como condición para volver con ella que no sean novios formales y que su hija no puede saber de ella porque "tiene que adaptarse y crecer". Cada que ella lo llama, la niña le dice que cuelgue y él la obedece. No la ve los fines de semana porque está con su hija. ¡Ah! Y él vive reprochándole que haya tenido otra relación en los tres años que estuvieron separados. ¿Papas?

Tercer caso. Finalmente, la mejor. Cierta individua de cuyo nombre ni me acuerdo ni me interesa, tuvo al mejor hombre del mundo mundial casi casi comiendo de su mano. Después de maltratarlo, darse su taco, engañarlo y cansarse de humillarlo de todas las maneras posibles, él encuentra a alguien que sí lo valora y ahora es feliz. Muy feliz. La "princesa", al ver perdido su juguetito, decide escribir un lindo correo que en general se resume así: "que bueno que eres feliz, te lo mereces. Por cierto ¿que crees? sigo soltera y me arrepiento de todo lo que te hice, mi vida apesta, ¿me perdonas? aquí estoy para lo que quieras ¿eh? ¿nos vemos para que te devuelva tus cosas?" ¿WTF?

No, los hombres no las prefieren brutas. Los hombres prefieren a quienes se respetan y los respetan, prefieren a una mujer con orgullo suficiente para saber cuando irse y cuando quedarse. Los hombres prefieren a aquellas que no esperan a ser elegidas, sino que elijen lo que es mejor para su vida y saben obtenerlo y conservarlo. Las brutas tal vez se queden un tiempo, pero las que no lo son son las que están para siempre. Los hombres que valen la pena definitivamente NO las prefieren brutas.





jueves, marzo 04, 2010

Yo confieso...

  1. ¡Oh sí! aunque no me enorgullezco, lo acepto. Lo acepté desde hace ya mucho tiempo: Soy P-É-S-I-M-A amiga. Eso de la amistad, creo que no se me da. No me malinterpreten, no es que no quiera a mis amigos; tengo pocos pero a los que realmente considero como tales los adoro, es simplemente que siempre se me olvida "regar la plantita" esa que dicen que es la amistad. Los amigos que me han durado son aquellos que han terminado por resignarse a la falta de contacto y hacen todo el trabajo de buscar, llamar y así. Es curioso que yo, tan unida a mi familia, sea tan despegada con mis amigos. Frida, mi amiga de El Salvador, me envió hace poco un mail diciéndome que no quería saber más de mí porque yo no correspondía a sus esfuerzos por mantenernos en contacto. No puedo defenderme, estoy de acuerdo con ella y así se lo hice saber; afortunadamente me perdonó y ahora entiende que se consiguió la peor amiga del mundo y me acepta así. Repito, no me enorgullezco de esto.

  2. No hago las cosas con tiempo, no preveo, no prevengo, no tomo precauciones. Por más que quiera, si tengo 10 días para hacer algo, seguramente estaré corriendo el décimo. Si no es urgente, no lo hago. ¡Y creo que así me salen las cosas mucho mejor!

  3. Mis habilidades comunicativas son intermitentes. Así como hay días que puedo tener conversaciones largas y trascendentes, hay otros en que odio hablar y escuchar. No estoy de malas, no estoy triste, ni en mis días. Incluso puedo estar muy contenta. Simplemente no quiero hablar y si me hablan, es altamente probable que haga caso omiso a lo que me digan o cuenten. Eso revela otra gran verdad: no es que sea distraída, es que no te estaba haciendo caso cuando me lo dijiste.

  4. Cuando me enojo mucho, puedo ser la persona más hiriente del mundo. Si en condiciones normales soy algo sarcástica y respondona, enojada soy un monstruo. Generalmente me arrepiento de inmediato de lo que digo, pero mientras está pasando no pienso, sólo escupo estupideces a diestra y siniestra. Por eso cuando me enojo prefiero salir corriendo antes de que haya heridos. Afortunadamente, no me pasa muy seguido.

  5. Vivo a dieta. Todo el tiempo estoy preocupada por mi peso aunque todos me digan que estoy bien. Creo que tengo algo de anorexia, porque no me pierdo un sólo método para bajar de peso y siempre que veo infomerciales me siento tentada a comprar el "Metabol Tonics" (jeje).

¡Lo sé! Tengo problemas, varios. Y los que faltan...