(Aquí levanten la mano los que pensaron: "AJAAA! pero eso es a los dos meses, ya veremos a los dos años", o "creo que van muy rápido" -mamá y mejor amiga, pueden bajarla-.)
Y después de esos dos meses en esa especie de burbuja perfecta, ayer osamos analizar de dónde demonios sale tanta perfección. Y digo osamos pues tal vez sería mejor sólo disfrutarlo y no cuestionarlo demasiado ¿o no? Pues no. Encontramos cosas maravillosas en nuestro análisis y por eso quiero dejar asentadas las conclusiones de la investigación:
- Por primera vez para los dos, no hay uno que ame más que el otro. Ninguno se siente en ventaja o desventaja ni siente estar entregando de más. Nos damos todo, sin reservas, y sabemos que es exactamente lo mismo que el otro da.
- Somos sinceros. No estamos pretendiendo ser algo que no somos ni ocultando esqueletos en el ropero. Nos asumimos como seres humanos llenos de defectos y no los negamos ni los escondemos. Simplemente nos queremos como somos, con todo lo malo y bueno.
- Creemos. A ciegas y contra todo pronóstico, creemos. Nos vale sorbete lo que nos digan, tenemos fe en lo que sentimos y confiamos plenamente en que alcanzaremos los sueños compartidos. Y aunque a veces tenemos miedo, no es del miedo que hace correr, sino el que nos hace abrazarnos y seguir caminando.
- Queremos merecernos. No nos damos por hecho, el otro nos hace ser mejores, nos hace querer crecer en todos los aspectos. Queremos darnos lo mejor y nunca competiremos, pues trabajamos por el mismo premio.
- Sabemos que lo hemos encontrado todo. En cualquier lugar, cualquiera de los dos podría encontrarse un mejor amigo, un mejor novio, un mejor amante o un mejor compañero. Pero no encontraremos a alguien que sea todo eso al mismo tiempo, pues ya lo tenemos. Y ninguno de los dos quiere arriesgarse a perderlo.