miércoles, junio 03, 2009

Cuento de hadas

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El único príncipe que he conocido no era azul, sino del color de una persona cualquiera; tampoco cargaba una espada y un escudo, sino una guitarra y un libro y no usaba armadura. El único príncipe que ha demostrado serlo no peleó por mi con dragones, peleó conmigo por hacerme entender la vida, por hacerme reconocer mi valor.


El príncipe del que les cuento no me llevó a su vivir a su castillo, en cambio, redecoró para mi el mundo. Me cantó canciones que no eran para mi y me mostró sueños que no me correspondían pero, eso sí, nunca me dijo mentiras. Demostró su linaje con ojos sinceros y sin promesas y, más allá de ponerle "FIN" al cuento, me enseñó que el principio de mi vida estaba por llegar.


Yo amé a ese príncipe como a ningún otro, pero él más allá de amarme me respetó; en vez de llamarme "amor mío" por compromiso, me miró a los ojos y me dijo lo maravillosa que soy. El príncipe no era "mi príncipe", él me demostró que los príncipes no existen. Existe gente buena, sobre toda esa gente está él. Él me enseñó a tener paciencia, él me dio lecciones que me hicieron crecer.


El príncipe que no es príncipe hace unos días caminó hacia el altar con su princesa y, contrario a lo que puedan pensar, en mi corazón no hubo tristeza, sino una profunda emoción por lo que vendrá.



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1 comentario:

Lata dijo...

Buuu... sentí feito. Es lindo pero triste.