lunes, agosto 10, 2009

Yuyú


"Perdona que entre sin llamar,
no es esta la hora y menos el lugar,
tenía que contarte
que en el cielo no se está tan mal..."

Hace 5 años manejaba hacía mi casa escuchando la radio, sin poner atención a la programación. No estaba siendo un buen año y los últimos días se habían puesto peor. Yuyú se había ido y aunque habían ya pasado días desde la última vez que la vi, y meses desde la última vez que la vi bien, apenas empezaba a asimilar su partida. En su funeral no hubo llanto, solo risas y recuerdos de lo que había sido su vida, de todo lo que nos había legado. Después, entre todos los problemas que me caían encima, tampoco había tenido tiempo ni valor para llorar. De pronto, detenida en el tráfico, la canción que sonaba en la radio llamó mi atención.

"Y cuando me marche estará
mi vida en la tierra en paz,
yo solo quería despedirme,
darte un beso y verte una vez más..."

Yuyú no era una abuela normal; nunca le llamé abuela, mucho menos abuelita, simplemente era Yuyú. Ella tenía un apodo y una canción para cada una de sus nietas y nunca estaba de mal humor. De ella salí voluntariosa, rezongona y sarcástica; siempre tenía una respuesta perfecta para todo y nunca se quedaba callada. Fue la persona más buena y caritativa del mundo, pero se escondía muy bien detrás de su cinismo. Yo la admiraba a ella y ella me admiraba a mí, me creía perfecta. Me presumía con sus amigas y nunca se le pasó por la cabeza que no llegara a ser lo que esperaba de mí.

"Promete que serás feliz, te ponías tan guapa al reír;
y así, solo así quiero recordarte..."

Gracias a ese mensaje, que le habrá costado sobornar a quién sabe cuantos ángeles, tuve el valor de levantarme del desastre que yo misma había construido a mi alrededor, ese desastre del cual ella nunca supo. Gracias a ella cada vez que siento incumplida la promesa que le hice ese día entre lágrimas guardadas largamente, he tenido el coraje de volver a empezar una y otra vez, de quitar de mi camino lo que me impida cumplir con el destino que Dios le dijo al oído que era para mí.

"vida mía, ahora te toca a ti, solo a ti, seguir nuestro viaje..."

Yuyú me regaló con una canción la convicción de que podía ser lo que hoy soy. Y a 5 años de su adiós, puedo decirle que he seguido con nuestro viaje, que he cumplido con mi promesa, que he mantenido la fe y hoy soy feliz por las dos.



6 comentarios:

Luisz dijo...

Y no importa que te lo diga yo, ni nadie. Tú lo sabes, eres una gran mujer y cualquier otro adjetivo sobra y se queda corto ante ti.

Y Yuyú lo sabe, de eso no tengo ninguna duda.

Te amo.

jess dijo...

Siempre los abuelos nos ven como las mujeres más hermosas sobre la tierra... y por alguna extraña razón... adoran vernos sonreír...

siempre he creído, que sus glorias pasadas se materializan en nuestras sonrisas.

Agg se me escapó una lágrima...

Saludos!
Huuuuuuuuuuuuuuuuy jijiji perdón, si no lo decía, estallaba :P

Blonda dijo...

Creo que en tu última frase se resume todo lo que lograste en el último tiempo.

La palabra feliz es la mejor del diccionario.

besos

Romina dijo...

los abuelos tienen la sabiduria ansestral de la experiencia..nunca olvides tu promesa

saludos

Jo dijo...

creo que hay seres que se mantienen tan gratamente de lado de nosotros que es un aliciente para que en nuestra vida todo por lo menos podamos verlo de modo distinto

baajo la perspectiva que aunque no sea perfecta se puede avanzar los escalones

Yuyu esta mas que guapa viendote desde donde está y feliz


un abrazo

Lata dijo...

Changos, nudo en la garganta.

Lindo, lindo, lindo...
Un abrazo.